El eterno, Yves Saint Laurent

Autoridad del estilo, fuente de inspiración y gran exponente de la moda francesa.

La exploración de la feminidad fue una constante en la trayectoria de este modisto francés. Si bien él nació en 1936, su marca resplandeció a partir de 1961 en París. Sí, una época llena de cambios y un futuro prometedor para las mujeres que amaban el estilo.

¿El ADN? Elegancia total y un twist diferenciador que enamoró por siempre. Desde sus líneas rectas hasta prendas más urbanas, pasando por un esmoquin diseñado exclusivamente para la mujer. Con propuestas vanguardistas que compitieron con innovación frente a las casas más consolidadas de la industria, se colocó como uno de los diseñadores más influyentes de su tiempo.

Entre los picos altos y creativos de su enorme camino por la moda, destaca el guiño hacia el arte. Este diseñador dio forma a piezas que tomaron como inspiración al pintor holandés Piet Mondrian; precisamente, una de sus creaciones más icónicas se encuentra el vestido Mondrian, una pieza recta de cuello redondo llena de color y que resulta sumamente reconocible.

Entre otros logros, este reconocido apostó por apuntalar el blazer para las mujeres, prendas llenas de sensualidad y por supuesto, chaquetas a rayas. Los años 60 y 70 le vieron en sus mejores años, pero en los 80 también tuvo cabida gran parte de su éxito.  

Por supuesto, el crédito también fue compartido. Y es que en la vida de este diseñador existió un hombre clave: Pierre Bergé. Además de su pareja, fue bien sabido que se convirtió en pieza fundamental del negocio. Quien le ayudó a formalizar su sensibilidad en una verdadera empresa. El empresario se mantuvo en todo momento a su lado, hasta la muerte del propio Yves en 2008.

Sí, uno de los diseñadores eternos. Jamás será olvidado y su legado continúa con una firma que aún lleva su nombre, ofreciendo bajo total exclusividad: líneas prêt-à-porter, zapatos, bolsos, marroquinería, cinturones, gafas de sol, joyería, perfumes y mucho más (tanto para mujeres como hombres).