Compartir, desde la experiencia personal de su fundadora, cómo una visión artística puede convertirse en un proyecto de marca con identidad sólida y potencial global, combinando experimentación, artesanía y narrativa emocional.
En esta conferencia abro mi proceso personal y creativo para contar cómo pasé de estar en una carrera que se sentía “correcta”, pero no mía, a atreverme a construir un camino propio a través de la joyería y el trabajo manual.
Durante años seguí una ruta profesional estable, validada y segura, pero había una sensación constante de incomodidad, una intuición que me decía que algo no encajaba. Estaba avanzando… pero no avanzando hacia mí. Reconocerlo fue difícil; aceptarlo fue lo mejor.
Comparto cómo ese momento de honestidad me llevó a enfrentar uno de mis mayores miedos: dejar atrás lo establecido por algo incierto. No tenía un plan perfecto ni una garantía, solo una necesidad profunda de crear. Fue entonces cuando el vidrio, los materiales y el acto de transformar con las manos empezaron a abrirme un camino que finalmente se sintió auténtico.
Así nació Stratto, desde la experimentación, la curiosidad y la valentía, de empezar desde cero. Hablo de mis primeros intentos, de los errores que fueron maestros, de la emoción de descubrir un lenguaje propio y de cómo mi historia personal se convirtió en el corazón de la marca. Cada pieza, cada colección y cada decisión creativa han sido una manera de encontrarme, de contar lo que siento y de darle forma a algo que va más allá de un objeto: una narrativa.
Reflexiono también sobre la importancia de aceptar el proceso, incluso cuando es lento, incierto o desafiante. He aprendido que nada que valga la pena nace de la prisa, y que la identidad —personal y de marca— se construye paso a paso, capa por capa, igual que el vidrio que trabajo.
Y cierro con un recordatorio que me acompaña todos los días: atrevernos a ser quienes somos puede dar miedo, pero quedarse donde no pertenecemos también. A veces, lo más valiente que podemos hacer es escuchar esa incomodidad, tomar aire y permitirnos comenzar de nuevo. Porque en ese salto hacia lo desconocido es donde muchas veces encontramos nuestro verdadero lugar.
