Joyas históricas
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La monarquía británica es una de las más mediáticas y la curiosidad global por su joyería lo demuestra.
Isabel II se convirtió en un símbolo internacional del Reino Unido y a pesar de los 70 años en el reinado, siempre se mantuvo fiel a su estilo. Por ello, hoy colocamos nuestra atención sobre algunas piezas de joyería que le acompañaron en momentos históricos o en su día a día:
La corona San Eduardo
En 1952 y tras la muerte de su padre, el rey Jorge VI, Isabel fue nombrada reina enfundada en un espectacular vestido diseñado por Norman Hartnell. Sin embargo, la corona se lleva el aliento; se trata de una de las joyas más relevantes por su significado protocolario, pues solo se utiliza para las coronaciones; es llamada “Corona San Eduardo”, se encuentra fabricada gracias a una estructura de oro, por supuesto, aderezada por infinidad de piedras preciosas y semipreciosas.
Los broches
La joyería no sólo es especial por su valor monetario gracias a los metales que la componen, también por las propiedades que se le dan a las piedras. Y es que hay quienes afirman que éstas son verdadera energía de protección. ¿Quizá por ello la Reina Isabel siempre llevaba un broche a la altura de su corazón? Lo cierto es que son un complemento de estilo y por supuesto, elegancia.
La tiara Vladimir
Sí, fue una de sus favoritas. No la culpamos, este objeto de deseo tiene una historia increíble: perteneció a la familia Romanov y gracias a las múltiples dueñas monarcas (entre ellas María Pávlovna de Rusia), cuenta con un mecanismo que le permite cambiar sus componentes: desde bellísimas perlas hasta brillantes esmeraldas.
Isabel II la usó en múltiples ocasiones, por lo que encontrar fotografías a lo largo de su vida con esta tierra demuestra que las joyas son un tesoro que prevalece de generación en generación.